Nuestro continente está
dirigido por gobiernos
derivados de Golpes de
estado. Verdaderos gobiernos
de familias, de acólitos de
cleptocratas, de tiranos, de
antropófagos, de
sanguinarios, etc que luchan
contra el bienestar de sus
pueblos.
Nosotros, los africanos ya
estamos hartos de guerras
tribales provocados por los
dictadores que quieren
permanecerse eternamente en
el poder.
¿Cómo una sola persona puede
dirigir un país más de 30
años? Solo los dictadores
pueden acapararse del poder
durante tanto tiempo.
Nosotros ya estamos cansados
de estos dictadores y sus
acólitos. Y queremos adoptar
el MODELO MANDELA en todo el
continente africano.
Antes
de su muerte Mandela ya ha
sido elevado a la categoría
de gran estadista, gran
humanista y demócrata, sin
ambición personal. Mandela
ha luchado para el bienestar
de la humanidad.
No hay muchos dirigentes
africanos de esa talla y
esta excepcionalidad se debe
a su condición de mártir por
sus ideas, de forjador de un
régimen libertario, de
luchador contra el apartheid
y defensor de la unidad de
su pueblo multirracial.
También por abandonar el
poder en aras de cultivar
una democracia sostenible
más allá de las personas y
por ser un defensor de
posturas anti-violentistas,
como forma de lucha por la
justicia.
En un mundo en que el poder
transita justamente por la
vereda opuesta, Mandela se
encumbra en el pináculo de
lo honorable; porque el ser
humano puede ser poderoso,
pero humanamente
miserable….,y por desgracia
es la condición más común en
esas esferas. Es por esta
situación que al darse un
fenómeno así, se apresuran
los políticos a tratar de
tomar del aurea de santidad
de estas personalidades, a
ver si algo les derrama de
su prestigio, como una
especie de bendición “urbi
et orbi”, de esas que
absuelve universalmente los
pecados de los hombres
mundanos.
Casi provoca tiritones
escuchar a los políticos de
por acá hablar pomposamente
sobre las grandezas del
prócer, al que no se tiene
ni estatura ni voluntad para
imitar, debiéndose quedar en
el homenaje rastrero y
vacío, además de mendaz y
mediocre.
Quisiera subrayar a los
dictadores que: lo que
natura non da, Salamanca no
la presta, reza el viejo
decir, por tanto de nada
sirve tratar de empinarse
más alto que su estatura….y
a veces el silencio es la
más respetable postura, pues
por lo menos, ahí, queda
algo de humildad reconocida.
Como Epaminondas, Mandela
rechazó la riqueza y el
empoderamiento pertinaz,
puesto en sus manos de
manera legítima y merecida,
y lo hizo justamente para
poder combatir la pobreza y
para poder dar legitimidad
institucional al ejercicio
del poder dignatario.
En él no hubo furia, ni
asesinatos, ni cleptocracia,
ni rencor ni odio, ni
revanchismo; hubo más bien
estoica calma y ponderación,
sabiduría y grandeza en
todas sus dimensiones. No
juzgó ni prejuzgó, pero obró
con la autoridad de quien no
ataca ni difama, de quien
acoge el error y el horror
como testimonio de las
humanas debilidades. Si no
hubiese seguido este camino
único, Sudáfrica estaría
sumida en la sangre y la
guerra como en múltiples
países africanos. Eso es lo
que hace la diferencia entre
un hombre grande y un líder
vulgar.
Quisiera recalcar a los
dictadores que la grandeza
humana debe buscar siempre
el perdón y la comprensión
antes que el castigo y la
muerte. Al grande sólo le
ofende la testaruda pequeñez
en la visión de los cortos
de vista, que toman por el
atajo del sectarismo odioso
y el egoísmo tiránico y
criminal.
Este humanismo integral que
envuelve la figura de
Mandela, es un referente
para estos tiempos de
nihilismo destructivo. Hay
esperanzas para la grandeza
en la raza humana. Con
Gandhi forma Mandela la
pareja más enorme del
liderazgo del siglo XX.
Ni los grandes dictadores
ideólogos imperiales del
mundo, ni los más feroces
guerreros y asesinos pueden
igualarse a estos líderes
del humanismo. Porque los
otros han creído más en sí
mismos, en Yo grande, que en
la humanidad, en la espada
que en el testimonio, en el
poder fáctico corrupto que
en el poder del espíritu.
Cuando Mi abuelo agonizaba
llamó a su lado a sus hijos
y los quiso evaluar cuál era
el más apto para sucederle.
Les hizo la siguiente
pregunta: ¿Cómo lo haríais
para derrotar a un enemigo
muchas veces superior en
armas?
Ninguno supo responder…y la
respuesta era extraña y
ajena a los ritos de las
armas a la que ese pueblo
estaba habituado: “Con la
fuerza del espíritu”. Esa
fuerza que hincha los ánimos
en la adversidad y permite
perseverar en una fe
inquebrantable…una fe de
largo aliento y de extenso
horizonte, una fe porfiada e
invencible.
Esa fuerza de espíritu fue
la que venció en el caso de
los antiguos cristianos, en
los griegos frente a los
persas, en América frente a
Inglaterra, en Mao, en la
Rusia revolucionaria y en la
India de Gandhi, en Vietnam
ante América y en tantas
jornadas en que la
minusvalía aparente de los
débiles se levanta con
prepotencia celestial hasta
lograr vencer a los
poderosos del mundo.
Y esta victoria de Mandela
sobre los impulsos de la
venganza y el odio, es la
victoria del espíritu. Es el
monumento que se debe
exponer más alto sobre los
otros monumentos que han
levantado los que desmienten
la humanidad del hombre: más
alto que los monumentos a
los césares imperiales, a
los Atila, Napoleón, los
Mussolini, los Hitler y
tanto tirano rastrero y
menor que proliferan en
nuestro continenteAfricano,
EL CONTINENTE DE LOS
CLEPTOCRATAS, de guerras
tribales, de lucha para
alcanzar el poder para
después mal gobernar. Seres
que han venido a empaparse
de la sangre de otros para
transitar la degradación
infernal de su destino.
Cuando nace y obra alguien
tan sabio y grande como
Mandela, sólo cabe decir que
su legado debe ser cuidado
con esmero, “para no
arriesgar al peligro de
exponer su sabiduría a favor
de los locos”, como bien lo
advertían los sabios.
Para terminar quisiera pedir
a mis compatriotas que
abandonen el camino de la
democratura, del odio, de
derramamiento de sangre, de
envidia, de asesinato, de
violaciones de derechos
humanos, de nepotismo, de
tiranía, con el fin de optar
al bien común, a la
solidaridad, a un cambio
pacífico sin derramamiento
de sangre, a la lucha para
alcanzar un índice mayor de
bienestar nacional y que
Guinea Ecuatorial brilla
como la estrella de África.
Dios creador del universo
nos ha dado todo para
vivir mejor pero lo más
lamentable es que TENEMOS
MUCHOS LOBOS DE ENTRE
NOSOTROS QUE CONSTITUYEN
NUESTRO GRAN OBSTACULO.
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